CON EL...AL AIRE
Ángel Fraile
Afotunadamente, las condiciones higiénico-sanitarias de los núcleos rurales han avanzado positivamente en las últimas décadas. Hasta hace no mucho tiempo no existía alcantarillado y agua corriente en las casas. Las necesidades fisiológicas, habían de ser satisfechas por cualquier persona, al igual que hoy en día, y así será siempre. El corral, era el lugar habitual para hacer, aquello nadie puede hacer por nosotros. Muchas veces, había que buscar un rincón o callejuela de manera urgente, siempre y cuando fuera poco frecuentada por las gentes del lugar. Irónicamente, podíamos decir, que esto hoy no sería posible, pues entre otras razones, ya no hay corrales. Hemos cambiado el corral por patio, y nadie se imagina que en pleno siglo XXI, alguien diga que tienen una urgencia y va a salir al patio a “hacer del cuerpo”, (eufemismo que usamos para suavizar el lenguaje).
El caso es, que una buena mujer de Vallelado, ya entrada en edad, algo aislada del mundo, a causa de su sordera, se vio sorprendida en plena calle, a las afueras del pueblo en aquellos años, en la llamada calle de La Fragua con la calle de La Tahona, que por entonces eran huertas; Esta, se vio sorprendida, como decíamos, por una procesión, por celebrarse alguna de las numerosas fiestas que entonces había. A causa de su defecto, antes dicho, no se percató de los rezos y cánticos de los asistentes que se iban acercando, y que de repente, volviendo la esquina del cruce de ambas calles, viose en posición comprometida y sin poder reaccionar; Con el susto en el cuerpo, tuvo la genial idea de quedarse en posición inmóvil, para evitar ser reconocida por sus vecinos, para lo cual, con los amplios manteos que por entonces llevaban las mujeres, de repente en un solo y rápido movimiento, se tapó cabeza y cara. Estas prisas, hicieron que sus partes pudendas, quedasen al fresco, y a la vista de los numerosos devotos. Parece ser que esto no le importó demasiado, pues así se quedó hasta que la procesión pasó de largo. La sorpresa de las gentes, lógicamente fue mayúscula, pero nadie llegó a reconocer a la protagonista de tan singular estampa. No le preocupó lo más mínimo que toda la comitiva le vieran por detrás. Bien sabido es, que a las personas se les reconoce por la cara, que dicen que es el espejo del alma, pero el ... ni nosotros mismos conocemos el propio, cuanto más los demás.
Hoy como ayer, es importante de vez en cuando, tener ese humor y reírse, que es muy bueno para la salud.