Revista "La Villa" Nº 62, agosto 2017
EL ARTE DEL DISIMULO
(Algunos ejemplos que se utilizaban en Vallelado)
Ángel Fraile de Pablo
Hace casi 2000 años que el historiador y filosofo Plutarco decía a cuenta de la palabra "Disimular", que todavía utilizamos en nuestro lenguaje diario: "Quien disimular no puede, que no gobierne". De las múltiples acepciones que nos dicta el diccionario de esta palabra vamos a quedarnos con la que dice a propósito de "Disimular": "Ocultar alguna cosa con arte, fingiendo otra".
Cuenta un conocido chascarrillo que había una vez dos chicos robando peras en un huerto, a las afueras del pueblo. Los dos jóvenes, en su afán de llegar a las peras, no se dieron cuenta de que se acercaba el dueño de la fruta. De repente, cuando le vieron venir a lo lejos, quisieron disimular y se agacharon, poniéndose en cuclillas para que pareciese que estaban haciendo sus necesidades. La prisa y el nerviosismo hizo que los pobres no se bajasen los pantalones para simular semejante necesidad. En este caso concreto, no les sirvió de mucho el disimulo.
El Marqués de Esquilache que vivió en el siglo XVII, y que fue político y diplomático, algo sabría de este arte, del que decía: "quien de disimular ignora el arte, ni amar pretenda ni reinar espere"
Una vez hecha esta pequeña introducción vamos a centrarnos en algunas de estas tretas o disimulos lingüísticos que utilizamos a diario. Sin ir más lejos, fíjense por ejemplo en los políticos y personas públicas que a diario practican este arte.
Cuando el ganado de labor se usaba en los trabajos del campo, estos eran apreciados por su fuerza y docilidad. Cuentan que una vez un gitano fue a vender un burro, y este, en un descuido del dueño le soltó una coz. Iba con él a la feria de Cuéllar para venderlo al mejor postor. Como es lógico en el trato había que exponer las virtudes de la caballería, tratando de tapar y disimular los defectos, y en esto los tratantes de ganado eran lo que se dice unos artistas. No iba a contar, el amo, que de vez en cuando el burro daba coces. Como si de una persona se tratase el gitano tras decir algún improperio cuando sintió la pata del cuadrúpedo en su cuerpo y mientras arrugaba el ceño por el dolor le dijo al burro: "Que tenga que decir yo que eres bueno..."
Todos a lo largo de nuestra vida tratamos de disimular, incluso inconscientemente, para dar una imagen distinta a la que en realidad tenemos...toda la vida disimulando y maquillando nuestros defectos.
En todos los pueblos hay, o ha habido personas, más o menos ocurrentes, que se les daba bien aparentar o fingir con cierta gracia y que en muchas ocasiones no sabíamos si estos hablaban en serio o nos estaban tomando el pelo.
Quién de nosotros no ha cultivado alguna vez este "arte" para evadirnos de la verdad por diversos motivos, queriendo dar a entender a nuestro interlocutor otra cosa distinta a lo que pudiera parecer y que por vergüenza o por otros motivos no queremos que el otro se entere.
A veces utilizamos ciertas frases o dichos, no por despistar sino un poco por educación. Hay frases que suenan mal y se podrían calificar de mal gusto, aunque estén dichas correctamente, o porque pensemos que nuestro interlocutor sea muy fino y vamos a quedar mal con dicha expresión. Es por ello que maquillamos las palabras para disimular algo evidente pero que pudiera ser brusco. Para muestra algunos botones:
Las necesidades fisiológicas del ser humano, no dejan de ser algo natural, pero desde siempre se ha tratado de buscar algún término más o menos fino para disimular dicho acto. Estando debatiendo un grupo de conocidos y amigos en Vallelado, (hace de esto ya unos años), a uno de ellos le surgió una "urgencia", y no es que fuera médico, pero se ausentó con dicha disculpa. Los que no le conocían así lo dejaron, pero uno de sus más cercanos amigos se retiró unos metros y le preguntó que donde iba. Este le dijo: "voy a tirar los pantalones". con esta expresión quedó clara la urgencia pero nadie se incomodó por haber entendido sus perentorias intenciones.
Dentro de esta misma necesidad, y en una situación parecida, alguien dijo cuando le apretó la urgencia..."Tengo el carro trasero". En este caso nadie se percató de la verdadera intención del que se ausentaba, salvo alguno que ya conocían la frase y al que la utilizaba a menudo. Casi todos interpretaron que tenía cargado el carro y le urgía aligerar la carga....y vaya si la aligeró.
Cuando yo era joven, en varias ocasiones, cuando estábamos en verano a la puerta de alguna casa o en el bar tomando algo, cada uno se despedía de una manera para irse a dormir cuando ya era la hora. Aunque fueran altas horas y se estaba departiendo con los amigos, parece que nadie quería ser el primero en irse a dormir, aunque se le cerrasen los párpados de sueño. La gente se despedía con diversas frases que la mayoría sabia de su significado, pero nadie decía: "me voy a dormir".
Una de las más usadas era: "me voy a chañe" . Yo, que al principio no lo conocía, sí que me resultaba extraño que a horas intempestivas fuese la gente a Chañe, pero así lo dejaba. Al cabo del tiempo fui cogiendo la onda llegando a interpretar la verdadera intención. En alguna ocasión si algún niño ponía cara de no entender, el que se abría, aclaraba..."sin pasar el río". por lo que la duda seguía estando en el aire. Para aquellos que no conozcan nuestro pueblo aclaro que para ir al vecino pueblo de Chañe hay que cruzar el río Cega, aunque ahora sea mucho más fácil ya que tenemos un puente.
Casi todas estas frase hoy nos resultan muy extrañas porque las usaban nuestros mayores en aquellas largas tertulias, cuando no había ni televisión ni por supuesto internet, pero se hablaba y conversaba más que ahora, y por supuesto se utilizaba con más frecuencia la imaginación y hasta el buen humor.
En muchas ocasiones se recuerda y habla de personas fallecidas con las que los contertulios han convivido y se rememoran pequeñas hazañas o simplemente buenos ratos de conversación. Estando escuchando en cierta ocasión hablar de uno y de otro, cuando se nombraba a alguien que todavía está en este mundo, se nombraba a la tal persona y con cierta gracia y se añadía..."que come y bebe". Esta expresión, diría yo tan fina, me resultó simpática y se me quedó grabada para siempre.
Los animales que se usaban para trabajar en el campo, eran cuidados con esmero cual de una buena maquinaria se tratase. Para alimentarlos bien había que cuidarles con paja y sobre todo con cebada. Cuando no comían bien y dejaban el pienso en el pesebre era un mal augurio porque algo les estaba ocurriendo o estaban enfermos. Por ello los que dejaban el pesebre limpio se decía que "Pajeaban bien".
Esta frase en sentido figurado y con cierta sorna se utilizaba en muchas ocasiones para referirnos a personas que comían mucho y bien, aquellas en que se decía..."están de buen año". Entre los amigos que merendaban habitualmente, siempre había alguno que destacaba en el comer y si alguno no había tenido ocasión de compartir mesa cuando lo hacía quedaba sorprendido y decía... "Hay que ver fulano como pajea"
Seguro que hay muchas más frases que se utilizaban con cierta gracia y que dejamos en el tintero para otra ocasión. Por respeto a quien utilizaba estas frases a menudo para disimular, no expongo los nombres por si les resultase ofensivo, aunque algunos ya han fallecido otros, "todavía comen y beben".
Este arte del disimulo, como todo en esta vida a veces es efectivo y otras no tanto, depende de la maestría de cada uno. Hay un dicho popular que dice que hay dos cosas que no se pueden disimular: "Estar borracho y estar enamorado". Al menos en el primer caso, es verdad que es casi imposible, aunque el que trata de disimularlo no sea consciente de ello.