jueves, 6 de octubre de 2022

A POR PIÑOS Y ROÑAS PARA ATIZAR LA LUMBRE, QUE VIENE EL FRÍO

 

VAMOS A RECOGER PIÑOS Y ROÑAS 

¡ QUE RECUERDOS !


      
Ángel Fraile

        Ya estamos en otoño, una estación en la que aunque tengamos unas temperaturas agradables, ya nos indica que los días van acortando, y que tarde o temprano, vendrá el frío y habrá que ir pensando en encender la calefacción en las casas. Ahora todas son comodidades para protegernos del frio invierno. Hace unos años las casas no disponían de calefacción, y como mucho había alguna estufa o cocina de leña que es la que nos acompañaba durante todo el invierno. En el otoño había que ir al pinar a proveerse de leña para atizar la lumbre. Uno de los combustibles más habituales y baratos en nuestro pueblo, donde tenemos una gran masa de pinar, era la roña de los pinos negrales o de resina. Cuando se hacían cortas y se descortezaban estos pinos, las cortezas, que llamamos "roñas", eran muy apreciadas para encender las cocinas y había que acudir al pinar a recogerlas, si era posible cuando estuvieran secas. Esta era una leña más bien floja, y se usaba tanto para encender el fuego como para mantener la lumbre. 

Si miramos en el DRAE el significado de la palabra "Roña", vemos que son varias las acepciones o significados, pero vamos a centrarnos en esta de la cual estamos tratando:

ROÑA: "Corteza de pino". La mayor parte de Tierra de Pinares, está formada por pinos negrales, o de resina, como aquí conocemos. También los pinos piñoneros o albares tienen roña, pero es una corteza mucho más fina. Por ser una leña floja, enseguida empezaba a arder. Recuerdo todavía que en nuestra casa, como en casi todas, cuando prácticamente no había ninguna calefacción, teníamos una cocina de leña o una cocinilla como se decía. Los inviernos eran crudos, no como ahora, y había que atizar la cocina para mitigar el intenso frío. Cuando éramos niños nos levantábamos por la mañana y ya tenía nuestra madre encendida la cocinilla, que era el lugar donde hacía bueno. Nos sentábamos en una silla y metíamos los pies en el horno que tenía para calentarnos. Nos quedábamos fijos mirando la lumbre y escuchando el sonido del chisporreteo de esas roñas. Recuerdo que un vecino nuestro decía que con las roñas cumplían una doble función, pues nos calentaban y además disponíamos de acompañamiento, por el sonido tan particular que hacían cuando ardían; y era cierto, pues al quemarse y saltar las láminas de que están compuestas producen ese sonido característico, por el chisporroteo, pareciendo que está uno acompañado en los largos día de invierno, donde se pasaban muchas horas en la cocina, sin demasiados entretenimientos.

Ahora vas por el pinar y ves montones de roñas que han descortezado cuando hacen cortas, y nadie las hace caso. ¡Ay si las hubieran pillado nuestros abuelos!... 

Otro de los combustibles que ya se usan cada vez menos, son las piñas del pino negral, que aquí conocemos como "Piños".

La palabra "Piño", parece que procede del francés "pignon" que significa muela. Usamos esta palabra de forma un poco jocosa cuando hablamos de los piños (dientes). Hecha esta pequeña aclaración quiero referirme a otro significado de "Piño". Al igual que las roña, los piños son el fruto del pino resinero o pino negral. Este tipo de piñas tiene unos pequeños piñones envueltos en una especie de ala que transporta el viento, y que únicamente se usan para sembrar pinos de esta variedad resinera. Durante muchos años esta piñas que todos conocemos,  se recogían en el otoño cuando el viento las tiraba al suelo.  Eran muy apreciadas como combustible en las cocinas de nuestras casas, sobre todo para iniciar el fuego, ya que es un material que arde bien y cuando se encuentran abiertas se colocan debajo de la leña más fuerte y esta se enciende, avivando el fuego en poco tiempo. La recogida de piños era una tarea de la que formaba parte toda la familia, incluidos los niños, y generalmente se hacía en los meses de otoño. Mediante cestos recorríamos el pinar para recoger los ejemplares más sanos y sobre todo que fueran del año, ya que los de años anteriores, por haber pasado todo el invierno en el pinar, se habían degradado y sería un combustible muy flojo. Recogíamos aquellos que tenían un color marrón brillante. Cuando habíamos llenado el carro después de recorrer una buena parte del pinar les almacenábamos en un lugar cerrado para que se conservaran durante todo el invierno. En aquellos años había que andar listos pues eran muchos los que iban a recogerlos. Actualmente, que ya desaparecieron casi todas las cocinas y las calefacciones de leña, y sobre todo aquellas glorias que daban la gloria. Todavía se conservan en algunas casas estas benditas glorias; como decía, ahora no hay ningún problema porque abundan los piños, pero tenemos otro problema, y es que está casi prohibido recogerlos, ya que dicen que sirven de materia orgánica cuando se descomponen. Eso puede ser cierto, pero creo que porque se recojan unos piños para alguna estufa o chimenea no pasa nada, y así recordamos aquellos tiempos cuando nuestros padres nos llevaban a recogerlos. 

El llamarles "Piños", es para distinguirlos de las autenticas piñas, que son el fruto de la variedad de pino piñonero o pino albar. Esta sí que es una piña muy apreciada por su valioso fruto seco que es el piñón, muy usado en repostería. A estas piñas fruto del pino albar nosotros las conocemos como "Cogollas". 

Aquí cerca, tenemos al pueblo de Pedrajas de San Esteban, que es el centro neurálgico de España, donde se procesa la mayor parte del piñón que se produce en todo el país. A lo que nosotros conocemos como piño, en Pedrajas le llaman "piñote", y en la villa de Portillo "piñuelo", otro ejemplo de la variedad y riqueza de nuestro idioma, incluso en pueblos muy cercano como son estos que hemos nombrado. 

Espero que al menos a los más mayores les haya hecho recordar cuando eran niños y a los más jóvenes ver cómo vivían sus abuelos y el  trabajo duro para poder salir adelante. Fruto de aquel esfuerzo son los adelantos y comodidades de las que ahora disponemos, gracias a Dios.