Ángel Fraile
Ya sabemos que la forma de vivir de unos años a esta parte, ha cambiado mucho, incluso la forma de pensar. Parece que ahora solo nos preocupa el presente, y también el futuro, pero con este no podemos contar, porque simplemente está por llegar. El pasado , dicen muchos, que es pasado y que ya no volverá, y bien cierto que es, pero creo que el ser humano es un ser racional y tiene memoria, sin la cual no podría vivir. Ahí tenemos a los dispositivos electrónicos, que tienen un componente que nos asemeja, y que recibe el nombre de memoria, sin la cual no funcionarían.
Sin memoria, el ser humano no sería nada, por mucho que nos empeñemos. ¿Os imagináis que viviésemos sin recuerdos?. Los recuerdos forman parte de nuestra vida y sin ellos no seriamos nada. Si no recordásemos a nuestros padres, nuestros familiares, lo que hicimos ayer o el año pasado, aquella carretera tan peligrosa por la que pasamos, o lo cerca que estuvimos de tener un percance. Todo esto y mucho más es lo que nos hace crecer, desarrollarnos y protegernos.
Lucía Gómez Escalante
Todos tenemos en nuestra memoria recuerdos buenos y malos que hemos experimentado a lo largo de nuestra vida. En otros casos tenemos recuerdos de aquello que nos han contado nuestros familiares o nuestros padres, cuando aún éramos unos niños... De estos hechos, no vividos, no somos conscientes porque entonces no teníamos "uso de razón" como antes se decía.
Todo esto viene a cuento, para hablar de una relación familiar, pero que nada tiene que ver con la sangre en sí, pero si por lo trascendental del caso. Ya he comentado que la vida ha cambiado mucho, en general para bien, aunque no siempre. La vida de nuestros padres y abuelos no fue fácil, y tenían que sacrificarse y luchar en demasía para sacar adelante a los hijos. Los niños nacían en casa, por lo que el riesgo para la madre o el recién nacido era mayor, cuando las cosas no venían a derechas. Por entonces no existía la lactancia artificial, con lo cual todos los niños eran criados, de forma natural, con la leche materna.
Hace ya unos años que José Martín, uno de nuestros vecinos, me decía en muchas ocasiones: ¿Cómo está mi hermana Juana?. Y continuaba: Dale muchos recuerdos cuando la veas. Yo, al principio, me quedaba sin saber lo que me quería decir, pero como preguntaba por mi tía, que entonces vivía en Valladolid, le decía que estaba bien, pensando que me decía de broma lo de "mi hermana", porque eran de la misma edad. Alguna vez más, al cabo de un tiempo, me volvía a repetir lo mismo, hasta que ya un día, no quise quedarme con la duda y le pregunté directamente, (he de decir que yo tenía buena relación con José, por lo que no me costó preguntarle), por qué me decía que diera recuerdos a su hermana Juana. Entonces fue cuando me explicó que siendo niños, tanto a él como a mi tía Juana, les había amamantado Lucía Gómez, porque sus respectivas madres no pudieron hacerlo directamente, por los motivos antes aludidos. El ama de cría, Lucía, además estaba amamantado a un hijo suyo, llamado Ángel. Los tres nacieron en el año 1924 con unos meses de diferencia. (aclaro que la lactancia entonces, duraba hasta que el niño tuviera un año e incluso hasta los 2) Como ya he indicado la relación entre estas familias era muy estrecha. Para aseverar esta afirmación de la estrecha relación , diré que mía tía Juana con tan solo 16 años fue madrina de pila, junto con su hermano de leche Ángel. Ambos fueron testigos de bautismo de Lucía Velasco, otra hija de Lucía Gómez, que recibió el mismo nombre de pila que su madre. Agradezco de corazón a Lucía, hija de Lucía Gómez, que me haya permitido redactar este sencillo artículo, así como a los familiares de los tres "hermanos de leche", por facilitarme las fotografías.
Esta pequeña y entrañable historia, nos retrotrae unos años atrás, cuando la vida en nuestros pueblos era muy diferente a la actual, y que a pesar de las dificultades económicas de entonces, la relación entre los vecinos era en general más estrecha.
Como dato curioso, diré que en el año 1924 en Vallelado nacieron un total de 37 niños. Seguro que nos parecerán muchos nacimientos. Ahora estamos en el otro extremo, y esto sí que es preocupante para nuestros pueblos y ciudades.