lunes, 15 de marzo de 2021

LA VIDA EN VALLELADO HACE 94 AÑOS

 LA VIDA EN VALLELADO HACE 94 AÑOS

(Publicado en la revista "La Villa" - Abril 2016)


Ángel Fraile de Pablo

Con cierta frecuencia,  pensamos en general,  que todo lo que somos o hemos conseguido  para vivir mejor,  ha sido fruto de nuestro esfuerzo; quiero decir, del esfuerzo de los que ahora  estamos aquí en el momento presente.  Pero lo verdaderamente real es que en gran parte somos fruto de un pasado, y que aquellos que nos precedieron fueron los responsables de nuestro éxito, o fracaso actual . Con su sacrificio y a base muchas penas y sufrimientos lograron  dejarnos un futuro, y ahora nosotros tenemos la responsabilidad  de dejar un mundo mejor para nuestros hijos y nietos. No somos más listos que nuestros antepasados, simplemente hemos tenido la suerte de nacer un poco más tarde ...y en muchas ocasiones, como se suele afirmar,  con los pantalones puestos, y todo esto hay que reconocerlo.

Gregorio González, alcalde en 1927

¿Qué pasaba en Vallelado hace  ahora casi 90 años?   Entonces nuestro pueblo tenía  950 habitantes y la vida  giraba principalmente en torno a la agricultura, carente de grandes adelantos  y maquinaria. En el  año 1927 regía el ayuntamiento D.  Gregorio  González Álvarez, de profesión "Boticario".  Por hacernos una composición de lugar, diremos que Cuéllar contaba  por entonces con unos 4.500 habitantes, Mata de Cuéllar 600 y San Cristóbal  unos 530.  En este sentido, comprobamos que  todos los pueblos de nuestro entorno, excepto Cuéllar, han perdido gran cantidad de habitantes en estos 90 años.

Este mundo va tan deprisa que no somos conscientes de esa velocidad. No nos da tiempo a darnos cuenta de los cambios de todo tipo que se han ido produciendo en pocos años. Estos cambios también afectan al modo de vivir de nuestro pueblo. Vamos a echar la vista atrás 90 años para  acercarnos al modo de vida de nuestros abuelos, que con muchos menos medios de  los que disponemos hoy,  pero  con una gran ilusión,  salieron adelante.

España empezaba a industrializarse, pero seguía siendo mayoritariamente una España rural. Vallelado,  producía, cereales, remolachas, ajos, achicorias y bastante vino, pues los majuelos y viñas eran muy numerosos y se extendían por varios pagos del término. La producción de achicorias era un recurso importante para nuestros agricultores. Estas, eran transportadas a Cuéllar donde existían 5 fábricas que transformaban  la raíz en un sucedáneo del café, para las gentes menos pudientes. El  llamado " café de pobres" como entonces se conocía, ha pasado a ser una infusión con importantes propiedades en este siglo XXI. Todavía se siembran achicorias en toda la  comarca para abastecer a la única fábrica  que en todo el territorio español transforma  esta bebida saludable, y que se encuentra en Vallelado. Los grandes consumidores de achicoria, se situaban en el norte de España. Sin embargo allí no se cultivaba esta raíz. Las zonas que mejor se adaptaban a este cultivo estaban en las comarcas de Iscar y Cuéllar, al igual que ahora.

Por supuesto que la tasa de natalidad era muy elevada. Había dos escuelas: una de niños que llevaba D. Domitilo de Pablos, el maestro, del cual todavía alguno recordaran. Dña. Emilia Gómez era la titular de la escuela de niñas.  Había 4 tiendas de comestibles, o abacerías, (que era como entonces se llamaban), que daban servicio a los vecinos. En estas tiendas además de comestibles, se vendían productos cotidianos para la casa y la agricultura, podíamos decir que tenían un poco de todo para el día a día.  Los titulares de estas tiendas eran: Faustino Cuéllar, Mariano Cuéllar, Serapio Fraile, Juan González Muñoz. Además  había tres carnicerías:  Prudencio de la Calle, Juana Fraile y Mariano González. Lo más común era la carne de oveja o algo  de ternera para acompañar al cocido diario.  El bajo poder adquisitivo impedía visitar mucho la "Tabla", ya que  durante el año el consumo familiar tiraba de los productos de la matanza del cerdo que se conservaba para todo el año. 

Taberna de Serapio Fraile

Los cafés, o cantinas eran las de: Serapio Fraile, Juan Muñoz,  y que fundamentalmente despachaban vino.

Las industrias fundamentales estaban relacionadas con el trabajo del campo y estaban a nombre de  Clemente del Ser, Mariano Sacristán.  Clemente del Ser y sus hermanos, los "Cañameros" como se les ha conocido desde siempre, se dedicaban a fabricar enseres muebles para las casas,  mesas, taburetes, sillas, cunas y aperos para la labranza, como  trillos y cubas y  toneles para conservar el abundante vino. La madera para su fabricación de la cubas era el pino de nuestra zona, con la cual se daba forma a las duelas calentándolas.  Por dentro, estaos toneles, se recubrían con pez, sacado de las  pegueras que se distribuían por todo el Carracillo. La pez caliente se introducía en los toneles, y a continuación hacían rodar los cubetes por toda la carretera abajo para que se impregnase bien la madera y no tuviese fugas.

Taller de Carpintería de Clemente del Ser y hermanos

Pedro Pascual y Félix Sacristán se dedicaban a la construcción de carros, toda una industria que requería además de trabajo, de buenos conocimientos en este arte. Estos carros no se hacían en serie, sino  de encargo, y  se fabricaban al gusto  y necesidad de cada propietario. La construcción de un carro requería de varios meses de intenso y meticuloso trabajo. Se encargaban en otoño o invierno para que estuvieran listos para el verano, que era la época de más trabajo.  Para las partes que tenían que soportar más trabajo, se usaba la madera de olmo, por su dureza y resistencia, por entonces muy abundante. 

Los  grandes cosecheros de vino ,disponían de vino suficiente para su consumo y para la venta al detalle. Los principales cosecheros vino eran:  Lorenzo Arranz, Juan Fraile, Marino Fraile, Eusebio González, Gregorio González, Juan González, Félix Martín, Anastasia Muñoz y Martín Muñoz Merino. 

La industria de la construcción estaba a cargo de los maestros albañiles:  Francisco Iglesias, Segundo Iglesias, Clemente Martín y Demetrio Sanz.

Modesto Arranz y Víctor Arranz tenían barbería que a demás de arreglar y cortar el pelo afeitaban. No existía la costumbre de afeitarse diariamente. En general bastaba con una vez a la semana,  o en fiestas señaladas, y se acudía a estas dos barberías donde además de afeitarse, a navaja,  uno charlaba y comentaba las noticias locales con la clientela y con el barbero.

D. Emiliano, el médico, además de atender y cuidar a los enfermos, ejercía de dentista. D. Emiliano Agudo, llegó a Vallelado, recién acabada su carrera de medicina en plena epidemia de gripe en el año 1918. Estuvo de médico hasta después de acabar la guerra civil. Como curiosidad diremos que el primer coche que llego a Vallelado fue el de D. Emiliano, sobre el año 1929-30. Podemos imaginar la sorpresa y admiración de todos los vecinos, que se apartaban cuando pasaba. Toda una novedad para chicos y grandes, el ver pasar aquel  novedoso artilugio. Un poco más ruidoso que los actuales, lógicamente, por lo que fue bautizado a nivel popular  como "El pedo", (con perdón).

Al igual que ahora, el tabaco era muy popular, claro está que las más de las veces venía a granel y había que liar cada cigarrillo. El estanco estaba regentado por Clemente del Ser. 

Pablo Marinero Arranz, era el herrero, y en su fragua calentaba el hierro para fabricar y arreglar aperos y herramientas que se usaban en el campo.

La electricidad era producida en el molino de Minguela, junto al río Cega, y cuyo propietario era Mariano Fraile. La electricidad llegó a Vallelado en el año 1918. 

Había dos posadas para todo aquel que venía, y tenía que pernoctar. Una estaba en plena plaza Mayor que atendía Gregorio de la Calle, y un poco más adelante en la calle Real de Arriba, (como entonces se llamaba) la de Modesto Arranz.

Julián  Aceves Montero, era yesero, y tenía un molino cerca de la antigua ermita. Entonces este material era muy empleado para la construcción, y se vendía en los pueblos de alrededor.

Tres zapateros, de los llamados remendones ponían a punto el calzado de los vecinos: Marcelino Fraile, Pedro Fraile y  Donato Santos. 

En el mes de marzo de 1927, comienzan las gestiones para la adquisición de un terreno para la construcción de un nuevo cementerio. Entonces, el camposanto estaba junto a la ermita del humilladero y ya se había quedado pequeño, además de que era conveniente que este se alejase un poco del casco urbano. Se pusieron en contacto con D. Eduardo Sáez de Rojas que tenía un terreno junto a la carretera, en el pago de la "Cruz del Barrio" que... "según peritos en esta materia es el mejor sitio". El Sr Rojas cede 1500 metros cuadrados de su terreno, y de forma gratuita,  para la construcción del nuevo camposanto.  El número de defunciones era de 22,8 según datos oficiales del último decenio.

La construcción del nuevo cementerio paso a ser municipal, ya que hasta entonces era gestionado por la iglesia. 

Pedro García Llorente (tío Guinea) de 68 años, y una niña, de dos meses  hija de Máximo Muñoz y Plácida Cuéllar, estrenaron el nuevo cementerio; toda una fatalidad, que hizo que ambos recibieron cristiana sepultura el mismo día, el 6 de febrero de 1930.

Estos han sido los nombres de algunos de los vecinos de Vallelado, que fueron protagonistas y actores de la vida de nuestro pueblo hace 90 años y de los que  muchos  tendrán todavía recuerdos directos, aunque por  entonces fueran unos niños.