lunes, 20 de noviembre de 2017

HISTORIA DE UNA BICICLETA

HISTORIA DE UNA BICICLETA
(Revista "LaVilla" Nº 61. Abril 2017)

Ángel Fraile de Pablo

Podíamos definir la  bicicleta, a grandes rasgos,  como un  vehículo  ecológico,  saludable y muy popular . Desde que surgieran los primeros prototipos allá por el siglo XIX, han sido muchos los cambios que han experimentado,  pero en lo fundamental sigue conservando las mismas características.  El precursor de la bicicleta fue el llamado velocípedo, que todos hemos visto, al menos en fotografías; un artefacto con dos ruedas de distinto tamaño, una mucho más grande delante y otra más pequeña en la parte trasera.
Aunque  pueda parecer que las bicicletas están hechas para el buen tiempo, se utilizan  durante todas las estaciones del año.  Ha sido en las últimas décadas cuando se ha producido  un  gran incremento en el número de ventas, por ser un vehículo limpio y muy saludable para mantenerse en forma y para traslados cortos en las ciudades y  pueblos.
Un motivo de alegría y un gran acontecimiento para toda la familia, suponía comprar una bicicleta; por cierto que costaba lo suyo.   Que ilusión nos hacía a los niños  cuando nuestros padres adquirían una de ellas y  como nos poníamos de contentos y  presumíamos ante los demás. Siempre pensábamos que  la mejor bicicleta era la nuestra.   Existían unas cuantas marcas que eran muy conocidas por todos:  BH. Sinos, Orbea, Ciclos Cil.  En los años 60 y 70 del pasado siglo XX, es cuando empieza a popularizarse su uso. Por entonces, se fabricaba prácticamente un único modelo de bicicletas, no como ahora que las hay de niños, de señora , de paseo,  con barra,  sin barra, de montaña, que se yo cuantos modelos. Entonces, todas  eran para adultos y con barra, por lo que las mujeres era raro que montaran en bicicleta, antes  de que se popularizasen los pantalones para las féminas. Los jóvenes conocíamos las distintas marcas, y  siempre sacábamos algún estribillo de cada una de ellas:  "Bh, la mejor para los baches" y por supuesto si alguno de nuestros amigos tenía una "Orbea", decíamos: "Orbea, ni la compre ni la vea". Es verdad que resultaba raro ver a una chica montada en bicicleta si no era en el soporte trasero como paquete, como hoy se diría. Las bicis eran de una sola velocidad, no tenían cambios, sino que la cadena comunicaba el único plato con un piñón o corona, a diferencia de las actuales que llevan varios platos y  coronas de varios tamaños que se controlan con unos cambios en el manillar.  Este único piñón a fuerza de usarlo, lógicamente llegaba a pasarse por lo que resultaba imposible mover la bicicleta. Para cuando esto ocurriera, la bici llevaba incorporado, de fábrica, un piñón al lado izquierdo del eje de la rueda trasera que se podría usar  en el caso de que se pasase el principal. Tan solo era necesario aflojar las palomillas, desmontar la rueda, y darle la vuelta para colocar el piñón de repuesto. Claro está que con este piñón fijo, que podíamos llamar de emergencia, era complicado mover y parar la bici, pero cumplía su función perfectamente  ante una emergencia mecánica. Todo un invento en caso de averías. La barra horizontal del cuadro de la bici hacía muy fuera difícil que montase una señorita o un niño. Pero para los niños y jóvenes, esto no era inconveniente cuando tratábamos de aprender  andar en bici.

Montados  por debajo de la barra,  empezábamos a dar los primeros pedaleos, pues por encima no llegábamos con los pies ni  a los pedales.  Los que no lo conozcan, pueden imaginarse  las posturas tan graciosas y forzadas que teníamos que mantener para poder practicar. A fuerza de caídas y golpes aprendimos a manejar la bici. Con los años, a alguien se le ocurrió la idea de llevar la bici a la fragua para que el herrero nos cortase la dichosa barra horizontal para convertirla en una bici mucho más accesible y fácil de manejar. Ahora  sí que era más factible que las mujeres la usaran y practicasen, y que los niños pudiéramos subir y bajarnos con facilidad; todo un adelanto hasta que empezaron a venir las bicicletas sexuadas. Unas eran con barra para los chicos,  y otras sin barra para las  chicas,  en unos años que estaba mal visto que un chico montara en una de chicas, ya que le sacarían cantares llamándole "Mariquita"  o "Chicazo"  si a una niña se le ocurría subir en una de chicos. Todo un San Benito, que a nadie agradaba , y que evitábamos a toda costa.

Por las carreteras eran contados los  vehículos a motor que circulaban, por lo que era muy cómodo ir de un pueblo a otro en bicicleta. Subir a Cuéllar o Iscar era habitual, o ir de un pueblo a otro a las fiestas o a visitar a algún pariente. Hasta la pequeña subida que hay para llegar a Torregutiérrez, nos parecía un puerto de primera.  Gracias a  estas bicis muchos conocieron en los pueblos de alrededor a la que sería posteriormente su mujer.  
Las bicicletas al igual que los carros, llegaron a pagar un arbitrio o  impuesto  de rodaje por circular. Carros y bicis, estaban censados en el propio ayuntamiento y cada año había que sacar una placa identificativa con un número que se colocaba en la propia bici, para justificar su pago y así poder circular libremente.
Los pinchazos estaban a la orden del día y más cuando no estaban las calles ni los caminos en muy buenas condiciones. Pasado el verano los caminos se llenaban de duros o abrojos que se clavaban muy fácilmente pinchando las ruedas. Menos mal que éramos prevenidos y las bicis llevaban de serie un bolso de cuero colgado del sillín con los montadores, la disolución y los parches para poder repararlas en un momento, y por supuesto la bomba para dar aire. Como cualquier maquinaria o vehículo, el  uso y el paso de los años van haciendo mella y hay que  reemplazarlas. Sin embargo vamos a presentar una de estas bicicletas que sigue en uso en pleno siglo XXI,  a pesar de haber hecho muchos kilómetros y haber pasado por ella varias generaciones. 
Hoy resulta difícil ver una bicicleta de aquellas primeras cuando allá por mediados del siglo XX no eran tan numerosas. Para muestra basta un botón. Una de estas primeras bicicletas,  ha llegado hasta nuestros días, porque el actual dueño ha tenido un especial cuidado en su mantenimiento y conservación , estando aún  en pleno uso.
El primer propietario de esta  antigua bicicleta fue Jesús Vallelado, hijo de Dña. Emilia Diez, la maestra, que empezó  a ejercer como tal en Vallelado,  en la década de los 30. Anteriormente había estado de maestra en el cercano pueblo de Alcazarén.  
Dña. Emilia, nacida en Valladolid, llega a Vallelado viuda y con su hijo Jesús de  muy corta edad.  Desarrolló  su labor como maestra de niñas  durante más de un cuarto de siglo, en unos años,  de pre guerra y luego de postguerra .  Como cualquier viuda, por entonces, tuvo que sacar a su hijo adelante ella sola, esforzándose para poder darle estudios.  Superada la época de la escuela, Jesús tuvo que subir a Cuéllar para prepararse  y poder acceder a una  carrera. Jesús Vallelado, que este era su apellido, estudió  Medicina,  y ejerció como médico de cabecera, en distintos pueblos hasta que se jubiló.
 Subía Jesús a Cuéllar todos los días en esta bicicleta que le había comprado su madre,   cuando los vehículos de dos ruedas eran un lujo para la mayoría de las familias. Dña. Emilia vivió en las casa de los maestros, lo que hoy es el edificio que conocemos como "La Cilla", en plena plaza Mayor. 
Cuando la economía de Dña. Emilia fue más desahogada, le compro a su hijo una moto para que viajara más cómodamente. Tenían una gran amistad con la familia de Mariano Vega y pasaban muchas horas en sus casa, en las Cuatro Calles. Es por ello, que Jesús vendió su bicicleta a Crescencio Vega, hijo de Mariano por 600 pesetas; muchas pesetas para aquellos tiempos, cuando eran muy pocos los que podían disponer de ellas fácilmente. Por curioso que pueda parecer, está bicicleta sigue en uso en pleno siglo XXI y casi en su totalidad con las piezas y componentes originales. Con sus palomillas en las ruedas, su sillín y bolso porta herramientas de cuero y las manetas de freno también originales.  Asterio Vega, el hijo de Crescencio, usa diariamente la bicicleta para trasladarse de un lugar a otro por Vallelado y por los caminos del término. Más de 70 años tiene esta reliquia y con un montón de historias y kilómetros en sus ruedas.
A falta de vehículos a motor en el intermedio del pasado siglo XX , la bicicleta era usada como un instrumento de trabajo. Hasta la pareja de la Guardia Civil hacía sus patrullas por los pueblos de la comarca en bicicleta, por supuesto que en invierno y en verano. El puesto de la Guardia Civil que había en Vallelado hacía sus patrullas con este vehículo tan útil. 
Hoy está generalizado su uso y en todas las casas hay  una o varias bicicletas que utilizan sus miembros, generalmente como entretenimiento o para hacer deporte. Existen multitud de modelos, adaptadas cada una para poder circular por caminos y carreteras y por supuesto para todas las edades con una gran variedad de modelos.  
Ya empiezan a verse las bicicletas eléctricas para aquellos que no pueden o no quieren dar tantos pedales y así poder subir las cuestas más fácilmente.