CRÓNICA MARCHA POR EL RÍO CEGA 2017
Ángel
Una buena tarde para caminar, la del sábado 9 de septiembre. Nos concentramos como de costumbre en la Plaza Mayor, a la hora anunciada, 5 de la tarde. 37 valientes caminantes con ganas de caminar y pasar una buena tarde por las aguas el río Cega.
Desde la plaza, enfilamos la Calle Las mochas y nos dirigimos hasta tomar la subida de la cañada del Calvario. Un fuerte desnivel, que como otras veces, hizo que se nos acelerase el corazón. Lo bueno es que no hacía calor y la temperatura era muy agradable. Continuamos bajando por el sendero que conduce hasta el despoblado de Óvilo. Una pequeña parada para recordar donde estuvo en antiguo poblado de Óvilo. Aún hoy podemos ver algún resto del paredón que formo parte de los cimientos de la antigua iglesia, dedicada a Santa María. Carlos nos refrescó la memoria y nos recordó que el nombre de Óvilo es de origen visigodo, y quedó despoblado en los años 20 del siglo XVII, un siglo marcado por una gran crisis, como así se ha denominado en los libros de historia.
Un poquito más adelante llegamos hasta el vado del río Cega, donde previo cambio de calzado, nos metimos directamente en el cauce del río. El agua un poco fresquito, pero enseguida nos acostumbramos y comenzamos a bajar río abajo. Poco a poco y con cuidado, ayudados por bastones para afianzarnos. El fondo del río con poca agua pero muy revuelto, por lo que no era visible y había que caminar despacito para no tropezar. Algunas zonas eran arenosas, otras con piedra y resbaladiza greda, que a más de uno hizo que cayese al agua. La intención de la marcha no era la de coger liebres, pero algunos llegaron a coger hasta dos. Estas cosas surgen y al que no le toca hasta le resulta divertido; menos mal que hay un refrán que dice que la risa va por barrios. No fueron más que pequeños sustos que hicieron más entretenida la tarde.
En la margen izquierda del río, escondido entre la maleza pudimos divisar un zorro que nos observaba escondido, pero no pudimos fotografiar. Algún que otro obstáculo nos toco salvar, como árboles caídos que cruzaban el río. Al final todos llegamos a la pesquera al cabo de un buen rato. La distancia aproximada desde el punto donde nos incorporamos al Cega hasta llegar a la pesquera son unos 2500 metros que se tardan casi dos horas en recorrer por el agua. En La Pesquera nos comimos el bocata, pues ya teníamos hambre. Sin mucha dilación, subimos directamente al pinar para continuar el viaje de regreso ya que empezaba a anochecer. Por toda la cañada del camino del molino, llegamos a Vallelado sobre las 9.30 de la tarde. 4 horas y media de marcha de las que disfrutamos todos, al menos esa es mi impresión, y creo que la de casi todos. Gracias a todos los participantes, y esperamos vernos el año que viene en la marcha número XXII.