Ángel Fraile
Aunque la gran mayoría de las personas que leerán este pequeño artículo, no vivieron la Guerra Civil Española, sí que han tenido noticia de ella, de las consecuencias y del dolor que produjo, tanto a los de un bando, como a los del otro. Las guerras son guerras, y siempre hay un bando que queda por encima del otro, pero a nadie beneficia tanto sufrimiento, muerte y dolor.
Afortunadamente estamos en otro tiempo, creo yo, y ya superamos esta etapa negra de la nuestra historia de España. No tengan ustedes miedo que no voy a hablar de la guerra, que yo tampoco la viví.
Hasta en los más difíciles escenarios, siempre hay alguna historia conmovedora, que nos conmueve. Los jóvenes que fueron alistados para esta guerra, tuvieron que dejar a sus familias y marchar al frente, sin saber si volverían a sus pueblos y ciudades. Las zonas rurales se quedaron sin gente joven, y sin trabajadores y eso también fue un gran drama a todos los niveles. En Vallelado ocurrió lo mismo. Las familias de estos soldados quedaban inmersas en una profunda incertidumbre ante los hijos que marcharon al frente, pero la esperanza es lo último que se pierde.
Las profundas creencias religiosas también tenían su importancia, y en nuestra zona, había mucha devoción a la Virgen del Henar, un santuario conocido en toda la región, y que todos visitaban regularmente, sobre todo en los meses veraniegos y a mediados de septiembre, cuando se celebraba la gran romería en honor de la virgen, patrona a de toda la comarca y de los resineros. Esta devoción popular de los años de la Guerra Civil, era el consuelo de muchas familias que acudían para pedir que sus seres queridos, que estaban en el frente, volvieran sanos y salvos a casa, terminada la contienda. Recordamos la sala de exvotos, junto al camarín de la virgen, donde había, multitud o miles de objetos, como piernas y brazos de cera, y sobre todo muchas, muchas fotografías, que dejaban allí los devotos, cada uno pidiendo a la virgen su protección, o en acción de gracias. De Vallelado partieron para la guerra muchos soldados, algunos perdieron la vida y no regresaron, como ya conocemos. Podemos imaginar el dolor de aquellas familias cuando recibieran la triste noticia. Otros volvieron y pudieron contarlo, gracias a Dios.
Expongo aquí uno de tantos ejemplos que hemos conocido. En este caso por la revista que publicaban los carmelitas del Santuario Mariano del Henar. Una revista, “La Hoja del Henar” que se publicaba regularmente, con noticias del santuario, y que tenía mucha aceptación en todos los pueblos que forman la Comunidad de Villa y Tierra de Cuéllar, cuya patrona sigue siendo la Virgen del Henar. Desgraciadamente ya no se publica, esta entrañable revista, porque los pocos frailes carmelitas que quedaban se hicieron mayores, y como no había relevo generacional, dejaron el santuario. En el número 213 de dicha revista, que salió en septiembre de 1951, cuya portada podéis ver, se incluye un emotivo artículo, refiriéndose a una fotografía que había en la sala de los exvotos. La fotografía, que estaba identificada, era de dos soldados, que la habían enviado desde el frente, y había estado expuesta durante muchos años. La enviaron, para pedir a su virgen querida, que les protegiese. En ella aparece Mariano de la Calle Montero, con un compañero. En el mes de julio de 1936, pleno verano, cuando estalla la Guerra Civil Española, Mariano se encontraba segando en tierra Segovia, en el pueblo de Domingo García. Enseguida empezaron a reclutar jóvenes de los pueblos y ciudades para que fueran al frente. Afortunadamente, el amo para el que trabajaban anduvo despierto, y escondió a Mariano y los otros jóvenes que estaban trabajando con él, para que no se les llevaran. Llegada la noche, y con el miedo en el cuerpo, salieron cada uno para sus respectivos lugares de origen, Mariano caminó toda la noche hasta que llegó a Vallelado. No le sirvió de mucho porque a los pocos días reclutaron a los jóvenes de Vallelado y se les llevaron al frente. Mariano era el mayor de sus hermanos y el que estaba en edad de “servir a la Patria”, como entonces se decía, por lo que no tuvo alternativa. Terminada la guerra, pudo felizmente volver a casa, sano y salvo. En la fotografía adjunta, le podemos ver con la gorra militar, situado a la izquierda nuestra. Por detrás de la fotografía iban escritos los datos de estos dos jóvenes y del lugar que procedían, en este caso Vallelado. Aunque el artículo de la revista, que pongo al final, afirma que son dos hermanos segovianos, no sabemos si será un error, porque no identificamos al compañero de la derecha. Mariano de la Calle Montero contrajo matrimonio, con Conrada Miguel, y viviendo en Madrid, donde trascurrió su vida después de terminar la guerra
El articulista, un religioso carmelita del Henar, lo titula como” La Virgen de los soldados”, y es el siguiente
LA VIRGEN DE LOS SOLDADOS
Ya no caben más palabras en la foto. Pueblo, fecha y firmas. En cada letra un pedazo del corazón y en cada sílaba una descarga de afecto.
Metida en un sobre que sale de la frente asustada del fragor de las bombas y disparos, llega a la tranquila mansión del Santuario de su virgen. Ellos llevan, como tantos otros, su estampa, esa estampa preciosa de la virgen y del pastorcillo metida en la cartera y esta en el bolsillo de la camisa muy pegada al corazón. Aprendieron a amarla demasiado niños para que puedan jamás olvidarla.
Todavía parecen vivir aquellas horas últimas horas que les quedaban en el pueblo antes de salir para el cuartel con la incertidumbre e la vuelta. La madre llorosa, con llanto inconsolable, no deja de besarles. Y a cada beso estas palabras: ¡Sed buenos, hijos míos! ¡no os olvidéis de la virgen del Henar!
Descuida madre que la queremos mucho y no dejaremos de rezarla todos los días.
¡A! ¡Si! Que ella os librará de todos los peligros del alma y del cuerpo para que podáis volver a vuestra casa sanos y contentos. Ambos hermanos pudieron dar un abrazo a su madre, terminada la guerra”.
Mi intención no es recordar aquellos desgraciados hechos, pues ya hace tiempo que pasamos página, sino contar esta pequeña y conmovedora historia, de un paisano nuestro que felizmente volvió a su pueblo, y además recordar a todos los que desgraciadamente no volvieron. Alguien dijo, que es necesario conocer nuestra historia para no repetir los mismos errores. Un bonito propósito, del que espero aprendamos, y que además se cumpla.
Se incluye aquí una fotografía de una pequeña cruz de piedra, con un claro texto, que Mariano realizó en sus ratos libres, cuando estaban defendiendo el Cerro de los Ángeles en 1937.