lunes, 1 de octubre de 2018

MEMORIA HISTÓRICA. OCURRIDO EN 1793

MEMORIA HISTÓRICA
(Un hecho similar ocurrido en 1793)

Lo ocurrido en Vallelado el pasado jueves 26 de septiembre, nos tiene que hacer reflexionar, y pensar que la naturaleza  sigue sus propias  reglas, aunque a veces nos pese. Nuestros mayores conocían el terreno donde vivian como la palma de la mano y sabían que tenían que respetar ciertas reglas. Vallelado, se sitúa al final de un valle por donde pasa el arroyo del Horcajo, que nace en el término de Torregutiérrez, donde inicialmente recibe el nombre de "Gacesa". La última tormenta que inundó tierras y propiedades en Vallelado, no fue tan grande en nuestro pueblo. El problema mayor surgió porque la tormenta se originó en la parte de Cuéllar y el agua que descargó bajó por todo el valle del arroyo, con gran fuerza por el desnivel, inundando parte del término de San Cristóbal por donde discurre el arroyo. Cuando la gran lengua de agua llegó a nuestro pueblo, aquí no llovía. Ya en término de Vallelado inundó las tierras  ambos lados de la carretera que viene de San Cristóbal por donde el arroyo cruza la carretera, en la zona de la gasolinera. Continúo el curso del arroyo inundando los locales y propiedades.  En el Barruelo al estar canalizado el arroyo el agua discurrió por toda la calle llegando hasta las Huertas Rojas y siguiendo hasta donde cruza de nuevo la carretera, anegando todas las tierras. Puede verse claramente por las fotografía y videos que hemos recogido y que están publicados en este blog de la gran fuerza del agua. A los dos días tras las inundaciones, el arroyo del horcajo estaba prácticamente seco, de nuevo y donde únicamente podía verse un hilillo de agua que baja, del sobrante de la captación de agua para el consumo de San Cristóbal.

Tenemos que respetar los cursos naturales, que aunque en un momento dado estén secos, tarde o temprano el agua buscará su curso como en esta ocasión, llevándose tras de si todo lo que encuentre. Aquí tenemos lo que ocurrió en el verano de 1793, como consecuencia de una gran tormenta,  relatado con detalle por el cura de Torregutiérrez y publicado en el libro "Historia de Vallelado Tierra de Cuéllar"

El relato de lo sucedido fue escrito por don Agustín de Santos, cura del arrabal de Torregutiérrez, en el folio 291 del “Libro de Becerro” de esa parroquia, que comprende los años 1764-1954. El documento está publicado en la página 250 del libro “Historia de Vallelado, Tierra de Cuéllar”, escrito en 1998 por Carlos Arranz Santos y un servidor. 


"El 20 de agosto, día de San Bernardo de este año, acaheció una tempestad de piedras y aguazeros tan copiosa y cruel qual nunca se conoció en esta región. Comenzó el nublado a las doze del medio día y terminó a las seis y media de la tarde, sin intermisión. En este lugar [de Torregutiérrez] se ahogaron ciento y diez y seis reses lanares y a tres pastores se les trajo en carros quasi muertos, al fin no murieron, y otros muchos estragos. 

En San Christóbal cubrían las aguas todo el valle, se llevaron un mozo y un niño que perecieron; arrastraron las azinas de mieses enteras, carros y trillos y no pararon hasta el llano de Torre, teniendo la misma suerte lo de las heras de Vallelado, después de haver destrozado varias casas. 

En San Francisco de Cuéllar se llenó todo el vajo del convento de agua y piedra, tanto que la iglesia hacía más de una bara, nadaban las tarimas y confesionarios y luego que se abrieron sus puertas salieron dando buelcos hasta el medio de la Plazuela. Los frailes se subieron al Palacio, donde vivieron quasi un año. Las monjas de la Concepción se trasladaron a Santa Ana. En la Dehesa de Cuéllar se llevó el andaluvio treinta y seis pollinas. De Montemayor, la vacada que se hallaba en El Henar, con la fuerza del aire y piedras que venían de norte, pasó por estas inmediaciones hasta la Morona y se ahogaron muchas reses en Valdeolleros.

Los estragos que causó en los campos era tanto, al parecer, que no se conocía el terreno; desde este pueblo a Cuéllar no se veía más que una laguna y en muchos días no se transitó el camino por el recto, haviendo durado el agua más de diez meses en donde por mucho que haya llovido en otras ocasiones no ha durado 24 horas. 

Vi piedras al principio del tamaño de un huevo de gallina y en seguida de la figura de castañas, que fueron inmensas. Yo marché luego a la iglesia y ya la encontré con una tercia de agua, hasta entrar en la capilla mayor; me siguieron varias mugeres y el sachristán y allí permanecimos clamando a Dios hasta que nos embió la serenidad."