jueves, 6 de noviembre de 2014

NUEVO ARTÍCULO SOBRE VALLELADO REVISTA "LA VILLA"


ANÉCDOTAS Y  CHASCARRILLOS, LA SALSA DE CADA DÍA
(Revista "La Villa"  Nª 53 - Agosto 2014)


Ángel Fraile de Pablo

En el año 1869 ya definía el   diccionario "Chascarrillo" como :"anécdota ligera y picante, cuentecillo más o menos agudo y malicioso, con que se anima la conversación entre personas de buen humor".
Verdaderamente una definición bastante  acertada, y haciendo honor a ella vamos a relatar alguna de estas para  que pasen un buen rato  todas aquellas personas que dispongan de este buen humor, tan necesario para vivir, incluso más en esta época, que todos hemos definido como de crisis, y que por mucho que la nombremos no vamos a salir de ella simplemente por mentarla y por sacar a flote nuestro mal humor.
La mayoría de estas anécdotas y chascarrillos que conocemos, han surgido, en los trabajos y  quehaceres diarios, en momentos insospechados, y casi siempre,  por sorpresa. Estas historietas se han ido trasmitiendo de generación en generación, de boca en boca, con el riesgo  de lo que esto supone en honor a la verdad con el paso de los años.
Todos estos dichos, surgen de algún acontecimiento  que por casualidad o coincidencia, ha tenido un final divertido o imprevisto, aunque quizás no para el protagonista. Se necesita para ello que algún buen relator, con buen humor, a veces no con la mejor intención, ponga un poco de salsa picante en ello. Por supuesto es sacado a colación siempre que la ocasión lo requiere  y en el marco adecuado, para entretener a todos los que lo quieran escuchar.  
Es verdad que nos reímos de los defectos de los demás, y que al contrario, si esos defectos son propios, no nos hacen la misma gracia y nos resulta incómodo escucharlos. ¿Quien no ha oído contar chistes y anécdotas de cojos, sordos, ciegos, lisiados, viudos,  solterones....?


DURA DE OIDO

Cuentan en Vallelado, de una moza soltera,  que era pretendida por un joven. El tal muchacho hacía poco tiempo que se relacionaba con ella y por supuesto no sabía que le faltaba el oído. Todos conocemos lo desconfiados que son las personas padecen este mal.
Siempre se ha dicho, que..."el amor es ciego", y en el caso que nos ocupa, diríamos que también sordo. De antiguo vienen la expresión, "Siempre  ha habido un roto para un descosido" y así se sigue demostrando en muchas ocasiones.
 En aquellos años, (ya ha llovido desde entonces), era costumbre en Vallelado y en todos los pueblos, que sobre todo las mujeres, en el buen tiempo, pasasen muchas horas sentadas a la puerta de casa en compañía de otras vecinas, cosiendo, remendando alguna prenda,  cogiendo puntos  a las medias, y charlando de la actualidad, o sacando punta, a más de una historia, a falta de otros medios de información que ahora son resultan tan habituales.
Coincidió que el pretendiente aludido,  pasó por la puerta, de su amada, seguramente que no  por casualidad, y dirigiéndose a ella, tratando de  entrar en conversación, le preguntó la hora,  para quedar bien:  ¿Qué hora es?. La mujer, tratando de disimular su defecto, pues no había oído la pregunta, quiso contestar lo más acertadamente posible, imaginando la pregunta que le hacía su pretendiente, a lo que contestó: "Haciendo media". El novio sorprendido, no pudo por menos que enfadarse ante tan desacertada respuesta, contestando con malas formas ..."que media ni mierda", a lo cual ella respondió con toda naturalidad..."Para mi madre".
No conocemos a ciencia cierta  los detalles del desenlace final de esta pareja, después de tan bochornoso encuentro, pero sí que sabemos que la buena moza quedó soltera, y para vestir santos como se decía entonces. Una situación alegre, que en principio era un encuentro  entre dos personas enamoradas, se convirtió en una pesadilla, en este caso para el novio.  
En estos  tiempos actuales, los audífonos hubieran servido para solucionar o disimular este problema,  con el único inconveniente económico, que para los años a los que nos referimos sería un problema más bien gordo, porque no había posibilidades. Bien es verdad que tampoco  había audífonos,  ni por supuesto dinero para adquirirlos, en la mayoría de los casos.
Cuantas veces de una situación agradable, por un pequeño contratiempo, esta  da la vuelta y se convierte en una mala experiencia.


UNA CABEZA CONFUSA

En todas las familias, siempre hay individuos dicharacheros que tienen mejor humor, y siempre son los que en  las reuniones  animan el ambiente con sus chistes, chascarrillos y anécdotas.
Este mensaje que voy a relatar, lo recibió mi padre, Benito , en una comunicación por carta como era costumbre,  que le enviaba su primo Antonio.
Hace años, cuando las telecomunicaciones no estaban tan desarrolladas como ahora, era habitual escribir y recibir cartas de los familiares que se encontraban o vivían en diversos lugares alejados de nuestra residencia habitual. Recibíamos con entusiasmo las noticias detalladas de nuestros seres queridos, generalmente por carta y con bastante retraso, pero las prisas no nos importaban. Ahora todo lo hacemos contra el reloj. Las noticias se dan por teléfono, porque llegan rápidamente, pero la imaginación se nos atrofia, y ya casi hasta se nos ha olvidado escribir, porque las únicas cartas que recibimos son las del banco, que generalmente son para darnos malas noticias, así como grandes panfletos de propaganda con vistosos y llamativos colores para que compremos toda clase de cachivaches que luego no nos sirven para nada y si acaso para ocupar los reducidos espacios en los que vivimos, en las minúsculas viviendas; que le vamos a hacer.
Un servidor, añora, en cierto modo, alguna de aquellas buenas costumbres de cartearse con familiares y amigos.
En cierta ocasión nos escribía este familiar, que estaba destinado como funcionario en uno de los países del norte de África, que por entonces era una colonia de España. Gustábamos recibir noticias de aquellos países en los que se vivía de forma más austera que en el propio y que nosotros pensábamos, atrasados, que tenían una forma de vida muy diferente a la nuestra. Cuando nos contaba alguna trifulca o anécdota nos quedábamos anonadados, por pequeña que ésta fuera y nuestra imaginación vagaba por las nubes.  
En cierta ocasión, nos relataba que en la ciudad donde vivía, estando un día  paseando por las cercanías del cementerio, de repente se sorprendió y quedó perplejo al toparse  con una cabeza  con dientes y barbas junto a la tapia de dicho cementerio; prosiguió contándonos sus quehaceres diarios en una larga y tendida carta y con la sana intención de despertar el bonito sentido, ya nombrado, de la imaginación, que todos tenemos y que, por cierto, cada vez utilizamos menos. Al final de la misiva después de darnos detalles  de otras cosas que nos contaba de su vida en aquella ciudad,  y con  el corazón encogido por el triste final de aquel que había dejado allí parte de sus huesos. Pensando en la preocupación y pesar que tendríamos nos venía a tranquilizar diciéndonos...: "Bueno, en cuanto a lo que os dije de la cabeza que me encontré, no os preocupéis demasiado, que al final se trataba de  una cabeza de ajos".
Todos nos quedamos más tranquilos con la aclaración. Siempre en todas las misivas que nos enviaba, había algún toque de buen humor, y de verdad que se lo agradecíamos a nuestro primo Antonio. Dice un viejo refrán que ..."al mal tiempo, buena cara", y aunque a veces es difícil ser fiel a esta misiva, es muy necesario para ayudar a superar las dificultades con que nos topamos a lo largo de la vida.