UNA DE MOSQUEO
(Historia basada en un hecho real en Vallelado)
Ángel Fraile
Dicen del idioma Castellano que es muy rico en vocablos, y ciertamente así es, y muchas veces sin darnos cuenta los utilizamos en nuestra conversación habitual.
Les usamos, en ocasiones, para dar a entender una cosa que de otra manera sería malsonante, de mal gusto o chabacana, pero que de esta manera podemos quedar bien ante la audiencia. Ocurre que, en ciertas regiones, ciudades y pueblos, hay determinadas palabras que sólo conocen su significado los propios del lugar.
Valga el siguiente ejemplo para ilustrar lo anteriormente dicho. De las personas "de pueblo", solían decir, los de la ciudad o capital, que eran paletos, pero la mayoría de las veces, los auténticamente paletos eran ellos, pues ciertos giros, en una charla entre amigos, se les quedaban cortos en la memoria, produciéndoles un cruce de neuronas, imposible de interpretar por su Sistema Nervioso.
Hablando en Vallelado; conversación entre gente llana; labradores, por supuesto; viendo uno de ellos que había "ropa tendida" quiso expresar un deseo, que no por ser fisiológico y apremiante, sería bien visto por algunos de los presentes (gente fina de capital). El apretón era fuerte y difícil de contener, por lo que la imperiosa necesidad le hizo recapacitar, solo unos segundos, y en lugar de "marcharse a la francesa", quiso quedar bien ante los contertulios, y así se expresó este citado señor:
"Me tenéis que perdonar, que tengo el carro trasero". Los "paletos" entendieron que en tales circunstancias está en peligro carro y mulas y hay que procurar, nivelar tan incomoda carga.
No aclaro más esta situación comprometida, porque pienso, que el que más o el que menos, entiende la urgencia sin dar más detalles...y si alguno se queda con la duda, que pregunte en la capital.